Uno y otro día
más
Pongo la llave
en la cerradura de mi departamento. Traté de girarla, pero estaba atorada.
Vuelvo a intentarlo. Listo, ahora solo queda empujarla con mucha fuerza. No se
mueve. Pienso en darle una fuerte patada, pero el doctor dijo que podía
fracturarme otra vez. Me abalanzo con el hombro. Estoy adentro, hay un olor
extraño, tengo que limpiar un poco. Camino un poco lento hacia la cocina, el
pie me está matando, apenas puedo apoyarlo.
Dos meses. Dos
meses estuve encerrado en esa habitación, con ese yeso y ese dolor imparable.
Pierna rota, pulmón perforado, golpe en el cráneo ¿Que habrá pasado en ese
accidente?
Miro mis manos
asombrado, tengo moretones, cortes y… ah, el anillo este. Me lo quitó y lo tiro
por la ventana, no tuve que haberme casado...
Me dirijo
hacia la heladera, agarró una lata de cerveza y la dejó en la mesada, abro el
frasco con las pastillas y me tomo un par con la cerveza, eso deberá de calmar
el dolor. Camino hacia el living y me desplomo en el sillón a leer el diario,
están buscando a alguien que pueda lavar platos en gran cantidad. Puede ser una
opción.
Alguien toca.
“¡Está abierto!” grité. Se oyen maldiciones dirigidas a la puerta, debería
llamar a alguien para que la arregle. Entra José, el vecino de enfrente, pide
disculpas por tal entrada. No tengo muchas ganas de discutirlo.
- ¿Cómo anda
mi buen amigo? - pregunta apenas se sienta en el sillón.
Parece muy feliz de verme, no quiero echarlo
del departamento de tan buen humor.
-Y mira, vivo
estoy, pero este dolor de miércoles no para- le digo de la manera más amigable.
-Hoy es
jueves, zapallo- responde burlón.
No me acordaba
de sus pésimos chistes. Empieza a contarme.
-Che, estuve
hablando con un par de amigos del edificio, ¿Te parece bien si hacemos una
fiesta de bienvenida?, tenía pensado hacer una mañana.
-Dale - dije
para que dejara de molestarme por un rato.
Se fue después de asentir con la cabeza un par de veces mientras
retrocedía hacia la puerta.
Ahora sí, ¿qué pasó en ese
accidente?, necesito respuestas y alguien me las tiene que dar. Tomó el control
remoto y enciendo la tele, un canal de noticias habla sobre mí. Leo:
“MILAGRO EN LA AVENIDA 7: hombre sobrevive a
un accidente de auto.”
No hay mucha información sobre lo que pasó, solo lo que ya sabía
previamente. Sigo investigando en diarios, páginas Web. Todo es Inservible,
totalmente inútil y no hay absolutamente nada.
Un mensaje llega a mi teléfono,
es un número desconocido. Leo en la pantalla: “no te queda mucho”.
Respondo: “¿Qué? ¿mucho qué?”.
-Tiempo, inútil.
-Número equivocado- lo bloqueo, creo que
esperaba a un amigo suyo.
Es de noche, necesito comer algo y descansar. Bueno, creo que ya dormí
demasiado, pero igual. Le hablo a una pizzería. Deben llegar en un rato, de
mientras, me preparo algo de entrada.
Algo comienza a suceder dentro del cerebro de nuestro protagonista, un
recuerdo vuelve. Solo es una imagen borrosa. Era de noche, solo eso se sabía,
todo lo demás era una luz fuerte y un dolor intenso que vagamente recordaba.
Sentado en el sillón prendo el televisor y
espero hasta que llegue mi pedido.
Mientras veo las noticias nada nuevo aparece sobre mí, solo lo mismo de
antes, sin información. Como la pizza. la disfruto, pero estoy un poco inquieto
por querer saber más sobre el accidente.
Ya es de mañana, me preparo el desayuno, me baño, hago algunas cosas; o
las que pude porque el dolor de la pierna me mataba; hasta que llega la tarde
noche.
La “fiesta de bienvenida “empezaba a las 21:30hs y yo ya a las 21:00hs
ya estaba listo, perfumado, preparado para ir lo más presentable posible a esta
fiesta.
2 am; termina la fiesta, ya el dolor de la pierna no lo sentía mucho
porque me pasé de copas. Uno de mis amigos necesita que lo lleve a su casa, sin
problema le digo que sí.
Ya eran las 3 de la mañana y recién a esa hora pude empezar a volver a
mi casa; 4:30 am, se me caen los ojos del sueño, las piernas las tengo muy
cansadas, hasta podría decir que las tenía dormidas.
A las 4:50 me paro en un semáforo en rojo, me distraigo con un mensaje
de celular, intentó responder, pero se me cae justo cuando empiezo a acelerar,
se me quedó trabado abajo del freno y empecé a acelerar hasta llegar al otro
semáforo, ya quería llegar a mi casa. Luego me dormí, sentí como todo se me
apretaba en el asiento y lo último que ví fue un cartel que decía: “Avenida 7”.
Puse la llave en la cerradura de mi departamento. Trato de girarla, pero
estaba atorada. Vuelvo a intentarlo. Listo, ahora solo queda empujarla con
mucha fuerza. No se movía. Pensé en darle una fuerte patada, pero puedo caerme
si no me sostengo bien con las muletas. Me abalanzo con el hombro. Estoy
adentro, hay un olor extraño, tengo que limpiar un poco. Camino un poco lento
hacia la cocina, un pie no es suficiente para hacer el trabajo de dos, pero las
muletas lo compensan.
Dos meses. Dos meses estuve encerrado en esa habitación, con ese yeso y
ese dolor imparable. Pierna amputada, dos costillas menos y un golpe leve en la
cabeza ¿Qué habrá pasado en ese accidente? No lo sé.